El niño nace una primera vez. Después es como si naciera una segunda vez a través de un trabajo largo y laborioso para dotarse de una identidad. Para dotarse de la cara, el cuerpo, el gesto, la acción, la palabra, el sentimiento, la emoción, la imaginación y la fantasía.
En resumen, del sentimiento del ser, de la representación, del yo y del sí mismo que le son absolutamente necesarios para ser autónomo y para distinguirse de los demás individuos y de las cosas con las que convive y de cuya interacción extrae, poco a poco, gran parte de los materiales constructivos de su identidad personal.
Fragmento de «Los cien lenguajes del niño»
Loris Malaguzzi
¿Y tú sabes…?
– Soy un pingüino y giro la cabeza. ¿Y tú Eric? – ¡Yo también!
-Soy un chimpancé y muevo los brazos. ¿Y tú Julia? – ¡También los muevo!
– Soy una foca, doy palmadas. ¿Y tú Vega? – ¡También doy palmadas!
– Soy un gorila y me doy golpes en el pecho. ¿Y tú Mateo? – ¡Yo también!
– Soy un gato y arqueo la espalda. ¿Y tú Alejandro? – ¡Yo también la arqueo!
– Soy un camello y doblo las rodillas. ¿Y tú Voro? – ¡Yo también las doblo!
– Soy un burro y levanto las patas. ¿Y tú Oier? – ¡Yo levanto las piernas!
– Soy un elefante y marco el ritmo con los pies. ¿Y tú Victoria? – ¡Yo también!
Si nos fijamos con mucha atención, la naturaleza nos muestra su lado escondido que en muchas ocasiones por falta de luz, no nos enseña esos pequeños detalles que tanto la caracterizan.
Una hoja, es una hoja pero… ¿Qué podemos ver si nos acercamos más a ella?
Tras hacer una gran recolecta de diferentes especies, hemos visitado el taller de alfabetización visual. Con la ayuda de varias herramientas, como la mesa de luz y algunas lupas, hemos podido ver con mucha precisión cómo es una hoja.
Habían algunas hojas de color verde, otras de color marrón, con manchas blancas, alargadas, pequeñas e incluso algunas mucho más grandes que nuestras manos. En alguna de ellas, hemos podido ver la presencia de tierra o de algunas hormigas que recorrían la hoja de forma muy rápida. ¡Era casi imposible alcanzarlas!
Al haber realizado este cometido tan divertido, ahora sabemos que una hoja tiene mucho por ver y descubrir… Desde su color, su forma, su tamaño, sus partes e incluso si algún animal diminuto pasea por sus divertidos caminos y ya os decimos… ¡Que no son los pingüinos!
Inabastable com a lliçó, inassolible com a poema, la vastitud del regne vegetal l’hem abreujat en unes flors.
Podíem haver escollit l’oreig dels arbres musicant la tarda, vinclament verdós, olor de pi i alzina fosca.
La llumd’un camp de blat tota daurada en oneig tranquil com la mar a la posta.
L’enramada de l’heura a la paret, el tronc caragolat de l’olivera, el jonc a la riera, la fita del xiprer, palmera en el portal i els camps de tarongers component paisatges.
Podríem haver triat, també, la verema del raïm, el canyissar i l’horta, les fruites esberlades de l’hivern, magranes roges. El verd velludat de les muntanyes, el brot brillant de primavera i el groc de rovell d’ou de la tardor pintant les fulles, o bé, amb la paleta de colors, de versos d’en Carner fer-ne una imatge.
«Canta l’arbre verdejant i les branques pujen tant que a mig aire són blaves«
J. Carner
Inspirat en Marta Balada «El regne vegetal»
Avui al entrar a l’escola, les plantes havien crescut penjant del sostre! Eren molt llargues i tenien moltes fulles que arribaven fins i tot quasi a l’altura del nostre cap. Les hem observat, olorat i molt poc a poc, les hem pogut tocar.
Tamara ens ha explicat que perquè estiguessin sanes i boniques, havíem de regar-les (per a que la seva terra no s’assequés), donar-los la llum del sol i tractar-les amb molt d’amor i respecte. D’aquesta manera creixeran i cada vegada es faran més i més grans. I… així ho hem fet!
Però no eren les úniques plantes que vamem trobar a l’escola… En la porxada trobarem plantes amb moltes flors de colors que necessitaven la nostra ajuda per a poder ser trasplantades a altres tests molt més grans.
I per a això utilitzarem: terra, rasclets, pales… però sobretot les nostres MANS.
Per a finalitzar, vam agafar la regadora, l’omplirem d’aigua i regarem les plantes. Encara que en agafar la terra, molta es va vessar en el sòl pel que també vam haver d’escombrar perquè tot quedés net i endreçat.
I quan ja estava tot fet, vam poder guadir de l’olor, el color i el suau tacte d’aquest meravellòs ésser viu.
En el comedor, nuestro cocinero Miguel nos ha preparado… ¡Potaje de garbanzos! Y para saber un poco más sobre esta comida, hemos querido averiguar de dónde venían, que forma tenían, si eran duros o blandos, grandes o pequeños… Y para ello los hemos observado cocinados y sin cocinar.
Hemos visto que los que no estaban cocinados estaban muy, pero que muy duros y por lo tanto, no podíamos comérnoslos. Así que por el contrario, cuando Miguel los cocina, se hacen muy blanditos y están riquísimos ya que son una fuente de proteína muy importante para nuestro organismo.
Tras ver nuestra curiosidad hacia esta legumbre, Tamara nos ha leído el libro de «Árbol» donde explica que sucedería si pudiésemos plantar los garbanzos en la tierra. Y después de ello, hemos decidido hacerlo nosotros mismos en nuestra aula.
Para poder plantarlos y que de esta forma pudiesen germinar lo antes posible, necesitábamos:
Una bolsa pequeña.
Algodón.
Agua.
Garbanzos.
PASOS A SEGUIR
Lo primero que tenemos que hacer es abrir la bolsa y meter dentro unos cuantos algodones.
2. A continuación, meter los garbanzos dentro de la bolsa junto con los algodones.
3. Una vez metidos los garbanzos, vertemos agua dentro de la bolsa para que tanto los algodones como los garbanzos se mojen y que de esa forma esté todo bien empapado.
4. Cerramos la bolsa bien cerrada y… ¡Ya está listo!
Tamara nos ha ayudado a poner las bolsas en la ventana para que así les pudiese dar la luz del sol y que de esa forma, pudiésemos ver que les sucedía a los garbanzos al cabo de unos días. Y a que… ¿No sabéis que ha sucedido? Han empezado a salir pequeñas raíces que día tras día se van haciendo más y más grandes.
La adquisición de una identidad diferenciada, vivida por el niño como una identificación favorable y positiva de sí mismo, es un proceso continuo que no está limitado a una edad determinada. Sabemos a través de especialistas como Wallon, Piaget, Ajuriaguerra, Vigotsky, Pic y Vayer, Aucouturier y Lapierre, y Levin, entre otros, que son muy importantes las primeras experiencias de vida, y que en la construcción de personalidad intervienen factores complejos en los que el cuerpo, a través del movimiento, del contacto, de sus acciones, producciones y reacciones, se convierte en eje vertebrador o instrumento facilitador del desarrollo armónico de la criatura, y en el inicio de una construcción satisfactoria de su identidad.
En la escuela infantil tenemos el privilegio de poder participar en esas primeras etapas de desarrollo corporal y de estructuración mental y perseguir una finalidad esencial: comunicarse. Comunicarse quiere decir, conocer, comprender e integrarse felizmente en la sociedad que le rodea, y esto es todavía más importante.
Por ello, es conveniente facilitar una base de vivencias, experiencias y conocimientos que partan de entender a la criatura desde lo que denominamos «su cuerpo global».
Esta intención implica, teniendo en cuenta la edad y el momento de los niños y niñas, mostrar una atención y cuidado muy sensible ante aspectos como: el cuerpo y sus progresivas capacidades motrices; la capacidad de comunicación y de la relación con los demás; la expresión de sensaciones; el inicio del conocimiento de algunas características personales, ya sean físicas o psíquicas (que le gusta o no, si esta alegre o triste, etc.) y el acceso al pensamiento simbólico y a la representación mental.
El niño ha estado aprendiendo jugando desde que nació. Sus herramientas son los sentidos, las mismas herramientas que tenía el hombre en mucho tiempo antes de la invención de las máquinas: los sentidos y la mente.
El niño con los sentidos recoge los datos de la realidad: los primeros ruidos, las formas, el calor del pecho materno, el sabor de la leche, los olores de la casa, los colores, las voces, ese conjunto de sensaciones que siente en el mundo del que en algún momento descubre que forma parte. Con la mente compara, descubre, reflexiona, recuerda. El niño guarda las sensaciones en armarios secretos donde puedan permanecer de por vida. Su método es correcto porque recoge datos, los compara, los selecciona, formula hipótesis, las verifica, obtiene síntesis y procede en experiencias, cuestionando todo ante datos nuevos e inesperados.
Cuando su ventana al mundo es correr con el viento entre las hierbas que lo pinchan, meter las manos en el agua, descubrir la brisa del aire cuando sopla las hojas, en fin, puede tener esas experiencias directas que le ayudan a descubrir algunas leyes físicas: la conducción del calor, la fuerza de la gravedad, la inercia, la flotabilidad de los cuerpos y otros aspectos del mundo que lo rodea.
«Casa de las artes y el juego»
Mario Lodi
Tras leer el cuento «Tan ligero, tan pesado» de Susan Strasser, quisimos averiguar cual de los animales pesaba más y cual era el que pesaba menos. Para ello, contamos con la ayuda de una balanza que nos prestaron «Los elefantes» (alumnos de 5 años) y así, poder averiguar si sucedía de igual forma que en la historia. Tras jugar con este nuevo utensilio nos dimos cuenta de algunas cosas:
«¡Oh! ¡La balena és gran Tamara!» Mateo A.
«¡Ballena grande!» Eric Ll.
«¡Ay! La vaca y el león pesan más que la leona Tamara.» Oier G.
Los cuentos son un excelente recurso para nuestros hijos ya que desarrollan la memoria, la creatividad, la imaginación, enriquecen su vocabulario, desarrollan la capacidad de escucha y atención, y hace que se estreche la relación con el adulto mejorando el vínculo entre padres e hijos.
A su vez, es muy importante crear un ambiente tranquilo, en el que ellos se sientan cómodos y relajados para poder adentrarse en el mundo tan fascinante de la lectura.
» Para poder viajar, para poder compartir con ellos momentos de calidad, alejados de las prisas y los quehaceres diarios, para llevarles a todos esos lugares donde solo la imaginación puede llegar. No olvidéis, los niños se hacen lectores en el regazo de sus padres.»
Esta semana el sol ha aparecido muy poco en la escuela. Las nubes y la lluvia, han sido las protagonistas. Y para poder jugar con el agua, debíamos mandar un mensaje que nos ayudase a ir equipados para ello.
Nuestras botas, chubasqueros y paraguas ya estaban preparados, sólo nos quedaba probárnoslos e ir en busca de aventuras.
Jugando en la porchada, encontramos una serie de animales que eran bastante peculiares.
Debajo de las macetas hayamos unos bichitos de color gris que al tocarlos se hacían una bola, llamados cochinillas y muchas hormigas que eran bastante pequeñas. Con la ayuda de la lupa, pudimos verlas mejor, pasaron de ser chiquititas a ser mucho más grandes.
Pero no sólo encontramos animales debajo de las macetas… Dentro de la tierra, que estaba húmeda por la lluvia, encontramos caracolas y algunos ciempiés. Las caracolas se escondían dentro de su caparazón mientras que los ciempiés se hacían (al igual que las cochinillas) una bolita cuando intentábamos tocarlos.
Después de esta gran búsqueda de especies, decidimos que la mejor forma para poder observarlos y cuidarlos sería tener en el aula un terrario. Para ello, Tamara trajo uno de tamaño grande y pusimos dentro arena, piñas, palos y algunas plantas para que pudiesen estar bien cómodos y dentro de su hábitat.
Al introducirlos en él, los observamos minuciosamente con las lupas para ver algunas de sus características, y la verdad es que descubrimos muchas cosas que antes no sabíamos:
– El ciempiés tiene muuuuuuuuuuchos pies.
– Las caracolas son alargadas y llevan un caparazón a cuestas (como los caracoles) y sueltan un poco de baba al arrastrarse por el suelo.
-Las hormigas son muy fuertes ya que cogen cosas más grandes que ellas (vimos como levantaban una hoja y la llevaban a cuestas).
– Con las cochinillas hay que ir con cuidado, puesto que cuando se convierten en bola… ¡Salen rodando!
Ahora, tras este gran descubrimiento, somos nosotros los que tendremos que cuidar y alimentar a estos animales que hemos encontrado en nuestra porchada.
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